Debo confesar que esta no era mi experiencia de hoy, pero se las comparto, pues soy creyente de que las cosas no ocurren por casualidad, sino porque Dios lo quiso así. Es su voluntad.
¡Póngale cuida'o! Estaba casi adormitado y escuchaba las noticias matutina por medio del altavoz del celular, pero me quedé dormido. Curiosamente ocurrió un cambio en la frecuencia radial. Cuando desperté escuchaba como si alguien me estuviera aconsejando al pie de mi cama. Era una emisora evangélica. Soy católico, pero el mensaje de ese momento era para mí.
Un reverendo hablaba de tener la conciencia limpia, es decir, libre de pecado. "¿Cómo anda tu vida? ¿Tienes a Dios en tu vida o solo clamas a Él cuando lo necesitas?", decía el pastor. En ese momento, estuve convencido de que Dios me regalaba un nuevo día y le agradecí por tan maravilloso gesto. Más tarde, mientras iba hacia mi trabajo, apareció un señor predicando. Su voz aumentó cuando me miró y yo me sonreía, pues su mensaje era similar al que ya había escuchado en la mañana.
Allí me dije: "Esto no puede ser coincidencia". Por todo lo que sucedía, llegué a pensar: "Esto me pasa por no ir a la misa de Resurrección". Horas más tarde, algo pasó con mis compañeros de trabajo, y salió nuevamente a relucir lo que me había propuesto: "Didier, rodéate de cosas positivas, que edifiquen. Busca paz interior. Eso es lo que necesitas".
Llegué a la conclusión de que Dios me estaba invitando a acercarme más a Él, pues reconozco que lo tenía apartado. Amigo lector, a veces nos hacemos de oídos sordos a la voluntad de Dios, pero sólo Él sabe las formas de hacernos llegar el mensaje. Incluso hasta en un susurro. ¡Así sea!
domingo, 12 de septiembre de 2010
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