A mediados de la década de 1990 pisé por primera mi "alma máter", es decir la Escuela Secundaria Pedro Pablo Sánchez (PPS), insignia que porté con mucho orgullo por las calles de La Chorrera y mi amado Capira. En este plantel, al que llegué por cuestiones de la vida, pues reconozco que pensaba que lo mío era ser maestro de grado, aprendí a convivir con jóvenes de todos los estratos sociales, pero siempre me identifiqué con aquellos a los que el resto de "los cerebros del grupo " dejaban en una esquina. Allí está mi apostolado me decía.
Cada vez que tenía la oportunidad los aconsejaba para que alcanzaran sus ideales, y en los trabajos en grupos les recalcaba que la única vía que teníamos para cantar victoria era estudiando.
Durante las presentaciones académicas, lo hacíamos con tanto entusiasmo que al recibir una buena nota, nos mirábamos de reojos y casi telepáticamente nos decíamos "ves, que sí podemos".
Hoy con cierta nostalgia me he encontrado con algunos ex compañeros de clases, que se creían los "juegavivo", los desordenados, los chistosos, esos que no acogieron mis consejos y se quedaron estancados. Es muy triste ver la realidad en la que algunos de ellos se encuentran, pero esa fue la decisión que tomaron.
Confieso que nunca me ha gustado figurar, pero siempre tenderle la mano a quien lo necesite y sepa aprovechar las oportunidades, pues así como Dios me ha abierto puertas para crecer, está en mi ese deber de servir.
didier.gil@epasa.com
domingo, 12 de septiembre de 2010
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