domingo, 12 de septiembre de 2010

No la niegues

Negó a su madre. Sí, esta fue la experiencia que tuve con un niño que trataba de vender calcomanías en un área de venta de comidas en un centro comercial de la capital. Mire el reloj y me dije, ¿dónde están los padres de este pequeño que debería estar durmiendo para levantarse temprano e ir a la escuela? Como periodista mi mente empezó a trabajar al instante y me puse a observar todas las mesas. En este ejercicio descubrí a dos niños más haciendo lo mismo que el que se me acercó.
Luego noté que una mujer que vendía rosas y pequeños peluches me había visto conversando con aquel niño y le estaba llamando la atención de que su tarea era vender y no dar explicaciones a nadie. Eso me incomodó muchísimo.
Al rato se acercó otro niño con la intención de vender algo. Finalmente le terminé comprando, pero le dije voy a llamar a la Policía, pues los niños no deberían estar vendiendo cosas. Ese menor de edad quedó sin palabras y se alejó. Repentinamente, la mujer "misteriosa" recogió a unos tres niños que vendían artículos y en compañía de otro hombre, que sólo se limitaba a ver vender a los niños, salieron apresurados.
Esto fue bochornoso y me puse a pensar que si los propios padres le enseñan a sus hijos a decir mentira a temprana edad, qué se puede esperar cuando lleguen a la adolescencia o a la mayoría de edad, y ellos quieran tomar sus propias decisiones. ¿Con qué moral le podrán reclamar?
¿Qué familia estamos formando?
didier.gil@epasa.com

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