Entre este selecto grupo estaba Nilsa Araúz, quien me impactó con toda la creatividad que tiene a la hora elaborar sus artesanías, productos para bebé y la paciencia que tiene para hacer y vender su bisutería. Es una chiricana muy visionaria y ha saltado cada obstáculo que se presente. A mi mano izquierda en la mesa estaba una dominicana quien tiene más de una década en Panamá y se dedica a la belleza. Ese es su fuerte, pues al hablarle de cálculos le daban dolores de cabeza, pero le ayudé a escribir, a usar la calculadora y la usó tanto que hasta se le acabó la batería. "¡Ay, santo Dios!, viene la maestra y yo nada". Era la frase que repetía Mirian Guzmán cuando se sentía aturdida ante tantos números. Pero es una dominicana que se gana el aprecio de la gente con su inocencia, y debo confesar que tiene un poder de convencimiento que la hace especial. Definitivamente no olvidaré cada palabra que le deletree, tanto fue mi insistencia para que aprendiera que me terminó llamando: "Mi maestro".
Hubo una tercera chica que era de Kuna Yala y lamentablemente, no concluyó el seminario, pero tiene entre sus manos una buena idea de negocio. Emigró desde su isla natal y ya está en tercer año de la universidad. ¡Ánimo, tú puedes!
En mi vida me imaginé encontrarme a estas mujeres, pero debo reconocer que sus vidas son una vivencia admirable. Allí llegué en cero, pero salí con más que fórmulas de ventas y costos, me gane la oportunidad de conocer gente interesante. Sólo sé que Dios actúa en el momento preciso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario